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En 1990 fui de viaje de estudios, por el colegio (Alianza Francesa), a Francia. Estuve de intercambio cerca de dos meses con una familia en un pueblo (mini ciudad) bello bellísimo, como de cuento, que se llama Auffargis (info en francés), a una media hora en tren de Rambouillet, ciudad que a la vez está a algo así como hora y media, en tren, a París.

Luego estuve un mes en la capital gala, en la casa de una tía que vivía en un sector antiguo y muy lindo de la ciudad, cuyo nombre olvidé. En ese tiempo salía a visitar París, primero con mis compañeros, después  por las mías,  ya fuera con la familia anfitriona, con amigos o sola.

En ese contexto, y en esas circunstancias, supe del MacDonald’s, que allá era un lugar muy barato (y que en Chile no existía). Ahí, un día de esos, conocí a un tipo que me invitó al cine… y fuimos a ver “Le cercle des poètes disparus” (La Sociedad de los Poetas Muertos), cuyo trailer encabeza este escrito, y que me pareció maravillosa.

El tipo del Mac y yo nunca más nos vimos… pero la la historia del “Carpe Diem” y cómo una diferencia puede hacer una gran diferencia en todo lo demás, me quedó. De ¿Cual es la Gran Diferencia, cómo encontrarla y cómo saber que es la adecuada? y ¿Por qué y para qué es importante?, entre otros temas, trata este artículo.

Ser único la lleva

Hay un par de economistas que se han hecho muy famosos en los últimos 5 ó 6 años, obteniendo muchos y diversos premios. Entre ellos están los Dr. Renée Mauborgne, colaboradora de OBAMA e investigadora del INSEAD y el Dr. W. Chan Kim, co-director del  mundialmente prestigioso Instituto de Negocios INSEAD, ambos son los autores del libro y best-seller “La Estrategia del Océano Azul”, de 2005, traducido a más de 42 idiomas y ganador de mútiples premios.

En resumen, este libro dice lo siguiente:

A diferencia de lo que comúnmente se supone, la mejor estrategia para sacar del juego a la competencia no es competir directamente con esta, sino, por el contrario, dejar de competir.

Así pues, en vez de tratar de superar a la competencia con el fin de obtener una porción de un mercado existente (“océano rojo”), lo mejor es buscar un “océano azul”, es decir, un mercado virgen que nadie haya tocado y que tenga el potencial de crecer.

En los océanos rojos, la competencia pone las reglas; en los océanos azules, la competencia se vuelve irrelevante.

En este texto, los autores presentan los rudimentos de la “estrategia del océano azul”: nociones fundamentales, principios e implementación, entre otros temas de interés.

(Palabras obtenidas de este  post al respecto, del blog. www.resumido.com, donde hay más información interesante sobre este tema).

Este libro, así, divide el mercado en dos tipos, el océano rojo, donde la competenencia es feroz, la demanda inferior a la oferta y por ende donde sobrevivir cada vez se hace más difícil y es como una carnicería, todos afilan los colmillos y gana el más fuerte. Y por otra parte está el océano azul, donde se navega tranquilo y bien, sin competencia, porque se es el único.

¿Demasiado bueno para ser verdad?… Pareciera, pero ocurre en la realidad. Un ejemplo de eso, citado en el libro, es el caso del Cirque du Soleil.

¿Cómo lo lograron? En un post del blog Creantes, se explica más o menos así:

El Cirque du Soleil es una compañía candiénse fundada en 1984 por un grupo de actores callejeros y ha recibido más de 40 millones de visitas en sus espectáculos en 90 ciudades del mundo.

Los autores indican que en 20 años, el Cirque du Soleil ha generado un nivel de ingresos que "Ringling Bros and Barnum & Baley" (el líder de la industria circense) tardó más de 100 años en lograr.

El Cirque du Soleil decidió no competir con los demás circos, sino  más bien crear un espacio antes desconocido. Así  apuntó a un público distinto dispuesto a pagar un precio varias veces más alto que el de los circos tradicionales.

¿Y cómo lo logró? simplemente atrajo para sí elementos que el nuevo público valoraba: por una parte, sofisticación y riqueza artística del teatro y, por otro lado, desechó elementos propios del circo tradicional, que el nuevo público no valoraba, como: animales, artistas "estrella", uso de 3 pistas simultáneas, entre otras cosas.

Tal como dice el libro, "el cirque du soleil ofrece lo mejor del circo y del teatro, y ha eliminado o reducido todo lo demás".

Esa fue La Gran Diferencia que encontró el Cirque du Soleil. O sea, se puede. Su apuesta fue agregar valor. Es decir, ellos estudiaron lo que había, lo que no había, y lo que podían y querían dar, así descubireron aspectos valorables para ellos, pero que no lo estaban en ese ese entorno, se focalizaron en ellos y los potenciaron. Esa fue su innovación.

Al respecto existe un video que explica bastante bien estos temas y con una bella coreagrafía, justamente de estos artistas (3 minutos):

(Este video, y más información interesante relativa a este tema,  aquí).

Encontrar Nuestra Gran Diferencia

Ahora que sabemos que esto del Océano Azul en términos económicos es posible y da buenos dividendos, el asunto se hace propio y caben las preguntas, con respecto a nuestro negocio, ¿Cuál es MI Gran Diferencia? y más aún, ¿Tenemos una, y cómo la encontramos?…

Para abordar este tema, conviene ver la siguiente escena de “La Sociedad de los Poetas Muertos” (3 minutos y algo, doblada al ezzzpañol, no la encontré entera subitutulada):

 

En la escena vemos que  para encontrar nuestra diferencia, o nuestra propia voz, lo primero es posicionarse en la humildad. Vale decir, asumir que pueden haber cosas que no hemos considerado. Para lo cual, el acto es mirar el asunto desde una perspectiva diferente, incluso aunque supongamos que ya lo hicimos o que no es necesario.

Es decir hacerlo, otra vez incluso, al margen de nuestra estima sobre el conocimiento que tenemos del asunto –ya sea que sepamos o creamos que sabemos o aunque sepamos que no sabemos (o estemos en la ignorancia cognitiva, o sea no saber que no se sabe)-.

Al observar desde otro ángulo, podemos ver cosas que no veíamos… O verificar que ya cubrimos todo y que efectivamente estamos en el vacío….

Ahora, si eso pasa, y no se ve una Gran Diferencia con respecto a nuestro entorno, entonces muchos simplemente quedan en silencio, y viene la parálisis… Y ocurre, porque encontrar la Gran diferencia, en verdad, no es fácil.

Ahí el miedo a no hallarla estanca a menudo, o hace que abanonemos el desafío, o simplemente que no nos embarquemos en él. Por ejemplo, Todd Anderson podría haber faltado el lunes… Pero esto fue lo que pasó (3 minutos, esta sí  está con subtítulos):

 

En la escena, Todd, el tímido, considera que no tiene nada nuevo o valioso o único que mostrar… pero, bien guiado, o sea, apelando a lo que había que apelar en él y del modo que a él le servía, el profesor Keating logra sacarle un exclelente poema, que incluso es aplaudido por sus compñaeros.

Esto podría ser extrapolable en términos corporativos. Es decir, se puede llegar a crear o descubrir, quizá junto a otros, en conversaciones o lluvia de ideas, o con un “coach” como en la película, el diamante que se tiene adentro, ese que es genuinamente único, y que si volvemos eso en nuestro foco, también podemos lograr un Océano Azul  para nuestro negocio, tal como lo hizo el Cirque du Soleil.

Ahora, para aterrizar el “cómo”, es decir qué preguntar, a quiénes, etc. Diana Noboa, de la empresa ecuatoriana Mediapressconsulting, lo explica, a mi juicio, bastante bien, en este video de 5 minutos:

 

Diana dijo aquí que encontrar esta Gran Diferencia puede no ser tan fáci ni rápido, aspecto que vimos también en las escenas referidas, pero es importante avanzar hacia ella.

Para eso, vimos, muchas veces requerimos de la percepción sincera de los otros, y por ende de su voluntad para darla, y para eso y otras cosas, como hace Bughatti en Ecuador, es conveniente maximizar el buen trato…

Puede también ser necesario un agente externo, como un coach, que en el caso del film es el profesor.

Al final, casi siempre, obtener resultados sobresalientes, o sea de esos que hacen latir el alma y cambian nuestro mundo, al margen de los costos que hayan (que suelen ser altos), en la gran mayoría de los casos implica involucrarse emocionalmente.

Y se nota. Por ejemplo se ve en la última escena de “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Al final, los metódos poco ortodoxos del profesor son cuestionados por la autoridad y él es descvinculado del colegio… pero al ir a la sala de clase a buscar sus cosas, esto es lo que pasa (5 minutos):

 

El profesor Keating, en el film, se metió en el corazón de sus estudiantes… Los involucró en el arte y la poesía, fuera de la métrica y sí desde lugares tan poco comunes en ese colegio, como darles cabida a la voz de cada quien. Así ellos aprendieron de los autores y también de sí mismos.

¿Qué hizo el profesor? Les dio un sentido a lo que hacían… Los motivó. ¿Cómo? con una serie de actividades. Aquí hay una selección de 8 minutos de varias de ellas, incluyendo escenas ya referidas:

 

Motivación es la clave

Eso que pasa la película, o sea que los estudiantes terminan evidenciando su admiración y apoyo por el profesor, por haberles hecho aprender de sí mismos y de los poetas, y eso, aunque le costara el puesto, seguro, para el profesor es haber hecho un trabajo excelente.

Así, hacer un trabajo de excelencia requiere estar dotado de un sentido profundo para ti, donde sientes que tu aporte  puede cambiar el mundo, o el tuyo, o parte de él.

Para que eso pase, el factor determinante y “aunque usted no lo crea”, no es sólo ni principalmente el dinero (pero sí es el primer movilizador), sino las ganas de crear y contribuir a solucionar “algún dolor humano” como se dice el coaching.

Este “dolor humano” puede ser “sentirse muy baja” para lo cual se  inventaron los zapatos de taco alto; evitar morirse de calor en verano, y así nace el aire acondicionado; querer tener mucha música en el bolsillo, y abracadabra apareció el ipod, etc.

O sea, la excelencia exige un sentido en lo que hacemos, para que estemos motivados y lo hagamos bien. Esto, que es de sentido común, está validado con un estudio realizado en Estados Unidos. 

Quien da cuenta de ello es el periodista, y colaborador de Al Gore, Daniel Pink. Los descubrimientos sobre qué nos motiva se exponen en esta maravillosa animación hecha por RSA (5 minutos, y realmente vale la pena verlo):

 

(Si te interesó este tema, Dan Pink, el autor que da cuenta de estos hallazgos,  lo explica y desarrolla más en una Charla en TED -organizacion que agrupa y difunde ideas de diversos ámbitos que vale la pena divulgar-, es muy interesante y divertida, dura casi 20 minutos, y la puedes ver aquí).

Ahora, esto del pensamiento creativo tiene que ver con algo emocional… Al final, o más bien al principio, el ser humano es básicamente un ser emocional.

Así lo han dicho el Dr. Humberto Maturana (resumen de su ponencia al respecto, menos de 1 página, aquí) y el especialista en Ontología del Lenguaje, Rafáel Echeverría –quien desarrolló su postulado a partir de  Fernando Flores- (más sobre todo esto aquí),

Y desde ahí se comprende lo expuesto por Pink en la Motivación, y lo que le pasa a Todd en la escena del poema… En este último caso, el profesor encuentra la fibra de la cual hay que tirar. Esta fibra cambia en las personas…

Para Todd fue un rostro barbudo en una pared que terminó generando un poema… Y así existen otros casos, donde hubo otra fibra y otra situación,  igualmente emocional, que no terminó en un poema sino con un negocio millonario, fue lo que pasó con Lamborghini.

Lamborghini… y la furia del Toro

La historia de Ferruccio Lamborghini, y cómo nace la empresa de los autos de lujos que lleva su apellido, ya es un clásico. Está en videos del History Channel y, como evidencio en los links, en Wikipedia.

En resumen, Ferruccio Lamborghini era un tipo que luego de la segunda guerra mundial toma maquinaria bélica en desuso y la convierte en útiles para la industria del agro.

Así inicia una empresa de tractores y amaza fortuna. Le gustaban los autos de lujo, y compra varios, entre ellos uno de sus preferidos, un Ferrari.

Sus Ferrari habían tenido varios problemas mecánicos, y uno de los útimos fue un  embriague. Lamborghini lo revisó y constató que tenía un problema y que él usaba los mismos para sus tractores (aunque para el Ferrari costaban mucho más caros), en fin, el asunto es que descubrió que esos embriagues  tenían algunas fallas en sus componentes.

Decidió dar cuenta de esto a su compatriota, y dueño de los Ferrari, Enzo Ferrari. Y se cuenta que éste último le dijo que “un vendedor de tractores no podría jamás entender autos como los Ferrari”. Esto desató la furia de Ferruccio, que era de signo tauro, y ahí decidió hacer un mejor auto que el Ferrari: lujoso, atractivo y seguro.

Desde entonces se consagró lo “Bello y funcional”  como consigna del negocio, y todo en la gestión se alinea en ese sentido. Así es como nace esta multimillonaria empresa… de la furia provoacda por una conversación donde el empresario agrícola no se sintió escuchado… (aquí más sobre el escuchar debidamente).

Sí,  es cierto, el italiano y temperamental Ferruccio Lamboghini tenía cómo canalizar y construir con esa rabia, pero también podría haberle pegado un combo al tipo, o haberle roto algo, o haberse ido mascullando un “la que te parió” … pero en vez de eso, hizo lo que hizo.

O sea, fue esa situación emocional, canalizada de un modo productivo, igual que en Todd, la que detonó que hoy existan los célebres autos, con nombres de toros famosos, que son mundiamente apreciados.

Esta empresa que nace de un modo emocional, algo fortuito, resultó tener un nicho de mercado, en el cual el negocio se focalizó y se construyó una cultura, un negocio y una impronta que posteriormente, también, ha sabido marquetarse… Aquí un ejemplo, un comercial con los autos y la historia de sus nombres (5 minutos):

 

Conclusión

Todd, el Cirque du Soleil y Lamborghini encontraron su “ser únicos” desde lo emocional y a partir de ese hilo construyeron. Por ende, como explicó Dan Pink, la motivación para hacer algo bien trasciende el bono monetario – que sí, importa mucho, pero no es suficiente-. O sea, la Gran Diferencia tiene que ver con econontrar el océano azul propio.

Para ello son fundamentales las ganas de hacer algo con fuerza, algo excelente y que contribuya a la humanidad en alguna medida. Y en ese sentido, juegan un papel relevante la inteligencia y el pensamiento creativo para encontrar el vacío que se puede llenar… y en particular en el que yo podría aportar.

Ese hallazgo me convierten en una oferta única, que navega en un coéano azul, ideal para surgir… Y así me convierto, en cierta forma, en imprescidinible.

(Esto de ser imprecidnible se conecta con la Econmía del Generosidad o Economía Linchpin (pieza clave), postulada por el americano Seth Godin, uno de los especialista en Marketing más renombrados de la actualidad. Pero eso tiene artículo aparte ).

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